sábado, 10 de septiembre de 2011

Ceremonia


por Rodolfo Calderón Vivar

Arguyes que, saca tu cochillo y corta
Un tajo a la garganta acalla voces
Otro fino y seco impide abrazos
Con fuerza otro troza pisadas
Arranca ahora simiente
Despedaza, desangra
Y después corta pensamientos.
Bienvenido hermano
Eres de los nuestros.



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Noche del 10 de septiembre

poema de Rodolfo Calderón Vivar


Sentado en el síllón arcaico del silencio
Convulsas horas cruzan oscuras sendas
Sobre mi cuerpo extrañamente atado a la
Quietud desbocada por el viento.
No puedo más con esta soledad extraña
Rodeado de amor y compañía extensos
Gira el reloj marcadas horas que bebo
En sorbos amargos que traga mi garganta.
Como una sombra suspendida que pienso
Aparece mi cara reflejada en cruel espejo
Despiadado lago donde mi rostro surcan
Veredas ajadas construidas  por secretos.
Hoy mi casa es tan extensa y triste porque
No tengo ya calores provocados y arrogantes
De hogueras incendiarias calando toda carne.
Quietud soy, acerada espera, sepultura viva
En búsqueda de sangre humedecida y suelta
Sobre dibujados labios abiertos a la entrega.
Hurgado, perdido, con  un tic tac lacerante
tengo la  inquietud insana de partir por esa puerta
para hundirme nuevamente en secreta incertidumbre.
O sea, perderme extendido y vago por la noche.
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