lunes, 9 de noviembre de 2009

La utilidad

Previo al contacto de tus ojos,
Me imaginé no verte, esquivo.
Quise dejarte intacta
Al paso de mi, ajena
Como si no te conociera,
Ni supiera tu nombre.
¿Qué utilidad tan inútil
tenerte cerca e ignorarte?
Estar al borde de tu piel
Sin rozar tu carne
Suave, autodestructivo,
Demoledor conmigo
Esa tarde de verano
En las sinuosas calles
De la ciudad cansada
De vivir su historia,
Te dejé ir de mí
Como un paisaje
Fugaz que diluye
la mancha urbana

Rodolfo Calderón Vivar, noviembre de 2009



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jueves, 5 de noviembre de 2009

Rumor gitano



Compás gitano,
la bailarina no espera.
Cante jondo adolorido,
sangre mía que no halla
ni origen ni semilla
en el génesis incierto.
Tu voz morena y árabe,
zéfiro de esperanzas
tampoco halla ecos,
en la bailarina blanca.

¿De donde vengo y soy,
si no pude haber sido
por el rapto que no fue
sino rumor de familia
en las calles de Córdoba? ...

Cuatro paredes cubrían
mi niñez fortuita
al paso de las noches
en que pregunté
al viento, siempre:
¿de quien soy sangre
y sombra?...


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miércoles, 4 de noviembre de 2009

A la pianista


Dicen es breve el recorrido de la vida
y que en realidad poco dura lo eterno,
pero al escuchar sus dedos cantores,
en este instante se detiene el tiempo.
¿Cuál es el motivo de la vida, dime?, 
cual si no vivir con plenitud extrema
momentos como éste, etéreos,
singulares, extraños y sonoros,
hacernos presentes y escucharnos
enmedio de silencios contenidos
que solo se rompen cuando
la música nos hace amigos.
La pianista es el templo exacto
donde reposan esos dioses
que antaño dominaban y hoy
descansan entre sus dedos...


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martes, 3 de noviembre de 2009

Oráculo del Armagedón



Dedicado a Reynaldo Escobar...
Y el político heredó la tierra.
Desterrados horizontes lo rodeaban
y caminos asombrados de miseria
donde los demás hombres andaban
eran sus paulatinos dominios.
No había Dios, no había demonio,
solo poder contenido entre las piedras.
Y la palabra se repetía
como se resquebrajó  Jericó
para que Jerusalem otra vez fuera.
No había coronas en su testa
ni enredaderas de Gorgona,
ni inteligencia suficiente
ni piedad
ni virtud
solo cadenas enlazadas
a mil cabezas yacentes.
Eran de barro sus carnes
y enlodaba los lechos conquistados
sobre los vientres desnudos
de las mujeres
en Babilonia.
La muerte no significaba el final,
ni el principio,
ni la gloria,
ni lo eterno.
La muerte era el episodio inesperado
y contenido que despojaba
sin piedad
sin cautela
sin sigilo
la máscara omnipotente de su rostro,
tallada en la blandura del oro
que Tubalcaín
forjó en la hoguera
ancestral de la Mentira.
Era el principio de los tiempos
y no habría final
para su polvo eterno
en el que cada miserable grano
generaría
ejército tras ejército.
De aquel fango inmortal
tuvo que formar un día
a imagen y semejanza suya
al único y total
Dios del Universo

Rodolfo Calderón Vivar;numly esn 85889-090609-776024-56 


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Críptico

 Los hombres viajarán con su esperanza
sobre un iluminado horizonte de ventanas,
llevando en el bolsillo
los gramos de ternura suficiente
para amar en el destierro
y en la lucha
y en el tiempo.
Deshojarán mil pétalos marchitos de la fe
para añadirlos a sus páginas vividas
y harán de cuenta que son
el calendario eterno que gira
en el ciclo vital
noche y día
noche y día.
Dibujarán otras galaxias, con los astros
desdoblando sueños de locura
perdidos en sutiles manifiestos
de todos los poetas
todos aquellos
y tantos más
y tantos más.
Venderán sus almas a demonios escondidos
en los pechos carnudos de las ninfas
y comerán el maná del sexo oculto
entre sábanas de encaje
y perfumes artificiosos
con aromas llenos
de pasión y calma.
Habrán de derramar sus lágrimas amargas
en la antesala de la soledad estricta,
ahí donde no llegarán jamás
mis palabras ni las tuyas
ni el eco de las voces
de un mundo repetido
hasta el cansancio.
Serán soldados anónimos de todas las batallas
y sus almas reposarán sobre sus cuerpos
cuando la tregua exista y cuando no
serán empuñadas hasta la victoria
o la muerte, o la patria,
a aquella posibilidad no contemplada
de la derrota.
Los hombres repetidos serán distintos todos
traerán la revolución a nuestras sociedades,
harán lo que no hice yo o seguirán haciendo
lo que mis manos tocaron,
mis ojos vieron
y mis deseos dejaron
a la vera de la circunstancia.

Rodolfo Calderón Vivar


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A golpe de máquina

No habrá premio que llene tu esperanza
ni copa alguna que derrame tu amargura.
Reportero serás y en cada día
habrás de morir un poco antes del alba
y será tu palabra repetida
el verbo y el credo de la masa
y el golpeto de la máquina
tu único consuelo
para la desventura
y la unánime carta de tu triunfo
frente a la censura.
No habrá junto a tí
el yugo del silencio
para siempre,
tu palabra será invaluable
a la hora decisiva:
la hora de la Historia.

Rodolfo Calderón Vivar
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martes, 1 de septiembre de 2009

Irene

Fuera la gitana o la niña protegida,
amparo de las flores en la tienda;
era un soplo vago y cardinal
en un suspiro yaciente
del corazón
sobre la hierba.

En la quietud de sus deseos, enardecida,
abandonada al tacto inesperado
era un fuente susurrante
en que la tibia
humedad
de los sudores
era hallazgo.

Iba el sol sobre la ciudad estremecida
por el guiñol de extraños mercaderes
que escoltaban, silenciosos,
aquella sendas
cautivas
por la mirada
de Irene.

Hallada por mis ojos y manos, en huida,
la tuve al ras
de la página oscura,
donde el secreto sexo
no era volcán
alguno
sino refugio de ternura.

No bastaban las mil promesas repetidas
ni la penumbra azul en su presencia,
era lejanía de abril
en el Café
absurdo
que todavía
nos espera.



Rodolfo Calderón Vivar       mayo de 1989

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Poema de la Despedida

 A mi maestro, Michael G. Moore
Esta ciudad inmensa y rotunda

por cuyas avenidas
avanzan
soledades repletas de
gente,
por cuyos callejones
las historias anónimas trascienden
cada umbral de vida,
cada umbral de muerte.

Donde he aprendido que los minutos
valen
tanto o más que el oro,
que la velocidad no importa,
siempre es tarde...
tarde para vivirla,
tarde para nombrarla.

Entre la piedra y la huella lacustre,
inmensa, ciudad de bruma oxidada,
asida, inmemorial,
al colonial gris de España
que sepultó de Aztlan la senda,
perviven, eco de voces conectadas a
vínculos de cobre que atan
esperanzas
con nudo de culturas,
lo que obliga a la pregunta:
¿Fuimos la aldea global que profetizó
McLuhan o fuimos dialogadores eléctricos
emuladores de Homero?


Rodolfo Calderón Vivar    Ciudad de México   septiembre de 2004

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Deseo ante la otredad

A Guillermo Michel
 Pensando que realmente nosotros


es la palabra que engloba la esperanza...
Qué bueno que no soy el otro,
Para no saber de penurias
Que me son ajenas y desdichas
Que no cargo a cuestas

Qué bueno que no soy el otro,
Para obedecer siempre
sin cuestionar ni levantar
mi voz en tono de protesta.

Qué bueno que no soy el otro,
Ése que arrastra en la mirada, penas,
Y que distante, allá en su marcha,
Sólo es para mí una triste escena.


Qué bueno que no soy el otro,
Para hacer lo menos, acatando normas
Puntualmente y con sutil esmero
Aunque no sea el mundo que yo quiero.

Qué bueno que no soy el otro,
Porque aprendí a convertirme en sombra,
Anónima y gris, sin riesgo ni compromiso
Con el otro que contra la injusticia lucha.

Qué bueno que no soy el otro.
Para simular no ver, ni oír, ni sentir,
A todos aquellos que van unidos
gritando ante el mundo su querella

Qué bueno que no soy el otro
y no ser contado entre las víctimas
de los que van cayendo inertes
por atreverse a defender su tierra.

Qué bueno que no soy el otro,
Porque yo aprendí a mirar al mundo
por una ventana donde mis lágrimas duran
Hasta el límite del cambio del control remoto.

Qué bueno que no soy el otro,
porque la vida me ha enseñado
que a los otros hay que mirarlos
desde un punto de vista distante.

Qué bueno que no soy el otro
Porque sin verlos, avanzo suavemente
Ajeno a la muchedumbre, sin arriesgarme,
Sin lucha alguna, autosuficiente, impecable.

Qué bueno que no soy el otro,
porque todos los valores que preservo:
La libertad, el éxito, la calidad de vida y la belleza,
Me evitan ver al otro situado en el espejo.

Rodolfo Calderón Vivar  septiembre de 2005
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Despierten, guerreros del arcoiris

No más guerra en el mundo, guerreros del arcoiris,
yo os convoco. No más venganzas ni odios ni muerte.
No más voces de exterminio, que la paz reine.
Que los inicuos desintegren sus espadas.
que los horizontes vuelvan a ser luminosos y verdes,
Que del profundo lago un nuevo orden impere.
Que los hombres no perezcan ni se imponga la muerte.
Guerreros del arcoiris, que del profundo corazón,
una sola única voz retumbe y suene
y deshaga toda mortal invocación para siempre.
Salgan de las sombras, crepiten con sus voces.
llenad con la voz de la muchedumbre la oquedad
angustiosa que sobre la Tierra deja el hombre
Yo os convoco, os llamo, guerreros,
desplegad sobre el acre páramo el policolor espectro
marcad el camino, éste es el tiempo

Rodolfo Calderón Vivar junio 2006

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Amorosa Ileana

Amorosa Ileana, ven y bésame, anda,
abre tu ombligo a mi encarnada espada,
déjame soplarte, breve y cauto,
por todas tus hendiduras blandas.

Escurriré por la suavidad de tus laderas,
toda mi sangre convertida en agua,
serás pretil desbordado por mi ansia,
pozo sin fin que de mí se atraganta.

Abrazados, los dos seremos uno, Ileana,
como una sombra al atardecer, sobre el río,
seremos tierra y agua, juntos en el lodo,
mezcla húmeda del pantano, absorbidos.

Rodolfo Calderón Vivar
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Limitada en el motel

Cada poro de tu cuerpo expele muerte.
Beso tu vulva y te retuerces
bajo el influjo de la pasión en ciernes.
¿Que queda ya de nuestras carnes
sino sudores y penumbras?

Un soplo aqui, un canto allá,
el espejo roto en la antesala
y la camarista subiendo el caracol
con la charola empuñada.

La noche es nuestra ahora, mueres.
El arbotante brilla tras la ventana,
no te dejaré salir tan fácilmente,
no hasta acabar el el último aliento
que derramas desde el alma.

Un beso aquí, un beso allá.
Tu cuerpo es estertor y calma.
Ahora, observo en mi reloj
la marca de esas horas ausentes.

Rodolfo Calderón Vivar
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El Beso Negro

Beso negro y húmedo dado por el gusano
aqui, bajo la lápida nueva, en el campo.
Trémulas las hierbas se mecen, verdes,
al paso de sombras y conciencias,
en procesión intensa, silentes.

Dada la soledad y el encierro,
el cuerpo se pudre y nutre la tierra.
Horadado, desgajado, frío, yerto,
oculto de la luz, sin aura alguna,
en la penumbra insonora
solo el chasquido del escarabajo
marca el compás del gusano,
inquieto y voraz, que penetra
y hala todo vestigio de aliento.

Este es un lugar sin horas,
húmedo y seco, plano y extenso.
Caminado múltiples veces
para dejar a los que ya no vuelven.
Universo bajo el mundo
de raíces que se conectan, infinitas,
socavando vientres, torax, cráneos.
Abriendo húmedas cavernas por
donde escapa la última gota de agua,
postrera lágrima de quien fue y ya no es,
de quien está ahí pero se ha ido


Rodolfo Calderon Vivar
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