martes, 3 de noviembre de 2009

Oráculo del Armagedón



Dedicado a Reynaldo Escobar...
Y el político heredó la tierra.
Desterrados horizontes lo rodeaban
y caminos asombrados de miseria
donde los demás hombres andaban
eran sus paulatinos dominios.
No había Dios, no había demonio,
solo poder contenido entre las piedras.
Y la palabra se repetía
como se resquebrajó  Jericó
para que Jerusalem otra vez fuera.
No había coronas en su testa
ni enredaderas de Gorgona,
ni inteligencia suficiente
ni piedad
ni virtud
solo cadenas enlazadas
a mil cabezas yacentes.
Eran de barro sus carnes
y enlodaba los lechos conquistados
sobre los vientres desnudos
de las mujeres
en Babilonia.
La muerte no significaba el final,
ni el principio,
ni la gloria,
ni lo eterno.
La muerte era el episodio inesperado
y contenido que despojaba
sin piedad
sin cautela
sin sigilo
la máscara omnipotente de su rostro,
tallada en la blandura del oro
que Tubalcaín
forjó en la hoguera
ancestral de la Mentira.
Era el principio de los tiempos
y no habría final
para su polvo eterno
en el que cada miserable grano
generaría
ejército tras ejército.
De aquel fango inmortal
tuvo que formar un día
a imagen y semejanza suya
al único y total
Dios del Universo

Rodolfo Calderón Vivar;numly esn 85889-090609-776024-56 


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