martes, 1 de septiembre de 2009

Deseo ante la otredad

A Guillermo Michel
 Pensando que realmente nosotros


es la palabra que engloba la esperanza...
Qué bueno que no soy el otro,
Para no saber de penurias
Que me son ajenas y desdichas
Que no cargo a cuestas

Qué bueno que no soy el otro,
Para obedecer siempre
sin cuestionar ni levantar
mi voz en tono de protesta.

Qué bueno que no soy el otro,
Ése que arrastra en la mirada, penas,
Y que distante, allá en su marcha,
Sólo es para mí una triste escena.


Qué bueno que no soy el otro,
Para hacer lo menos, acatando normas
Puntualmente y con sutil esmero
Aunque no sea el mundo que yo quiero.

Qué bueno que no soy el otro,
Porque aprendí a convertirme en sombra,
Anónima y gris, sin riesgo ni compromiso
Con el otro que contra la injusticia lucha.

Qué bueno que no soy el otro.
Para simular no ver, ni oír, ni sentir,
A todos aquellos que van unidos
gritando ante el mundo su querella

Qué bueno que no soy el otro
y no ser contado entre las víctimas
de los que van cayendo inertes
por atreverse a defender su tierra.

Qué bueno que no soy el otro,
Porque yo aprendí a mirar al mundo
por una ventana donde mis lágrimas duran
Hasta el límite del cambio del control remoto.

Qué bueno que no soy el otro,
porque la vida me ha enseñado
que a los otros hay que mirarlos
desde un punto de vista distante.

Qué bueno que no soy el otro
Porque sin verlos, avanzo suavemente
Ajeno a la muchedumbre, sin arriesgarme,
Sin lucha alguna, autosuficiente, impecable.

Qué bueno que no soy el otro,
porque todos los valores que preservo:
La libertad, el éxito, la calidad de vida y la belleza,
Me evitan ver al otro situado en el espejo.

Rodolfo Calderón Vivar  septiembre de 2005
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