martes, 23 de junio de 2009

Redondela

por Rodolfo Calderón Vivar

Cuando yo era un niño
el sol del mediodía
se prolongaba hasta la tarde.
Mi sexo era plastilina
que amoldaban mis dedos
y mis sueños recorrían
las polvorientas calles
al mando de volantes
que giraban incesantes.

Cuando yo fuí hombre
el sol del mediodía
se prolongó a la media noche.
Mi sexo fue de carne
y su nombre varios nombres
y mis sueños despertados
por bocas de mujeres
de enrojecidos labios
que sedientos
me besaron.

Cuando yo fuí anciano
el sol del mediodía
se prolongó hasta la alborada.
Mi sexo fue un retazo
de intrépidos recuerdos
y mis sueños angustiadas
visiones de la muerte
en una de las cuales
por fin me hundí
en el universo
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1 comentario:

Unknown dijo...

Profe: esto es lo más hermoso que he leído, me gusta su estilo, su verdad, su visión. su ayer y su hoy.

no deje de escribir ok?,