por Rodolfo Calderón Vivar
Aquí no sé pronunciar mi nombre,
digo que soy y nada es cierto,
engaño pues, pero no he muerto,
soy y vivo, respiro, y pienso.
¿Puedes tú corroborar mi mente,
sacar mi angustia en el derrumbe,
leerme toda, reconstruirme,
disipar mis soledades, amarme?
Ante otras miradas ahora duermo,
impronunciables son las palabras,
es mi defensa,ante los locos,
enfermizas y sutiles sombras.
¿Alguien ha visto a mi padre?
díganle donde estoy presa,
no vendrá jamás, lo sé
pero hallará un día mi huella.
Como virgen atada a una rueca,
tejo la vida derrotada y triste
de muñecas y muñecos de tela,
con mis dedos de temblor inquieto.
Silencio en el asilo, una pastilla más,
traída en la pulcra y sutil palangana,
por desguanzada garza blanca
sobre el arenal de las doncellas yertas.
Aquí, duermo, descanso,
muero entre sonoras sonrisas,
carcajadas infames, repetidas voces,
añorados brazos de hombres.
Tejo y destejo sin cesar, tejo,
tejo y destejo sin cesar, repito,
deshilachados trapos, comienzo,
sale el sol, se oculta, tejo...
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martes, 23 de junio de 2009
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